lunes, marzo 26, 2007

¿Quién era Eloi Castelló?

por la colla


El pasado 28 de febrero nos dejaba para siempre Eloi Castelló Gassol, a los treinta y cuatro años. Una muerte dolorosa, inesperada, como cualquier muerte a esta edad. Su fallecimiento ha dejado un vacío, en los que le conocíamos y apreciábamos, difícil de explicar y de vivir.

¿Quién era Eloi? Eloi era, ante todo, un hombre hecho en su población natal –Tàrrega (Lleida)-, un catalán de sentimiento, un filólogo vocacional y un traductor profesional, excelente en su campo. Una persona poliédrica, como todas las que viven la vida y la reflexionan en profundidad. Un personaje a la vez real y de ficción, una energía de letras y de figuras literarias. Una buena persona, un hombre de corazón que, casi siempre, daba más de lo que recibía.

Nuestros primeros recuerdos de Eloi están ligados inevitablemente a la escuela, a la guardería primero y, sobre todo, a los escolapios. Buen estudiante, en seguida destacó fuera del aula por su faceta de portero de fútbol (y de cualquier deporte con portero, dicho sea de paso). Para nosotros, "él" era el portero. Pocos niños de su edad tenían el valor y la capacidad de tirarse por los suelos, de estirarse para intentar desviar una pelota imposible, o de avanzarse a la jugada del atacante. Después, como hicimos muchos de los que le rodeábamos, se transmutó en jugador de baloncesto. Se ajustaba a su manera de ser. Alto, incisivo, agresivo incluso; se movía bajo la canasta con una determinación de la que muchos estábamos, por carácter, desprovistos.

Su paso por la educación secundaria fue cualquier cosa menos secundaria. Singular como nunca más volvió a ser, forjó en aquella época los principales rasgos de su carácter. Amante de la Cultura, por aquel entonces en mayúsculas, devoraba libros al mismo tiempo que escuchaba la música, pop y clásica, que más le gustaba.

Pero él no podía, claro, quedarse a este lado de la barrera. Hijo de un país de literatos más que de músicos, Eloi empezó a escribir ya en su más tierna adolescencia. Poemas, cuentos, artículos... En aquellos primeros pasos en el mundo de las letras, a menudo a partir de una palabra nueva que había leído o aprendido en clase, componía un poema o un cuento entero. "Suara, trescar, minvant..." eran vocablos que bien merecían un homenaje.

En aquella época lidera el proyecto más exitoso, más genuinamente local, que ya no repetirá conjuntamente con sus amigos y amigas: la revista "La Ressenya". Un nombre, entre "noucentista" y literario que, claro, escogió él. Son días de reuniones, de discusiones y de decisiones en el instituto o en algún bar de Tàrrega. Son días, meses y años (dos años) de elucubraciones, de creación, de organización y de trabajo. Son también los días de la trasgresión, de la fractura con el mundo precedente para crear nuestro superego. Abrimos la puerta al caos, le damos la bienvenida. Eloi lo deja entrar diligentemente y da forma a lo inalcanzable, a lo inesperado, a la amenaza de fondo. Él agarra las riendas de su vida y de las nuestras, para cabalgar con un galope impetuoso, frenético. Sus lecturas de autores clásicos y contemporáneos nos abren un mundo nuevo, una nueva manera de entender la vida: fiestas donde se mezclan el vino con las rosas, los parlamentos con el desenfreno, la extravagancia individual con la complicidad más íntima. No debemos explicaciones a nadie. Somos. Nos estamos construyendo a nosotros mismos. Crecemos en el sí de turbulencias que, lejos de evitar, invitamos a que nos visiten.

Llega la Universidad y la Gran Ciudad. Más puertas se abren. Eloi, como tantos de nosotros, empieza a madurar a base de ilusiones y desengaños. “Aquí tengo la sensación de que te preguntan: ¿y tú de qué familia eres?, ¿a qué escuela has ido?, ¿a qué grupo perteneces?” Barcelona, para lo bueno y para lo malo, ya no es Tàrrega. ¡Qué glamour!, por ejemplo. Y ¡qué nivel! Aquí los escritores son escritores, y los músicos, músicos. Y los profesores de la universidad saben un montón. Primero piensa en hacer el doctorado sobre Quim Monzó, y después sobre literatura medieval. Da igual, hay tiempo para decidirse.

A media carrera se va a Italia, a Siena. Son unos pocos meses de Erasmus que le sirven para aprender bien el italiano y para crecer, un poco más, como filólogo. Poco tiempo después, a mediados de los noventa, algunos de sus amigos visitamos, por motivos distintos y en diferentes viajes, Budapest. El telón de acero ha caído hace poco, y allí hay todo un mundo por descubrir. A nuestro retorno, cantamos las excelencias de aquella ciudad: el Danubio, los imponentes puentes que lo cruzan y, ante todo, sus mujeres. ¡Qué guapas son las centroeuropeas!

Es harto probable que estas explicaciones lo influyeran decisivamente cuando posteriormente eligió Hungría como destino de su lectorado. Allí, Eloi descubre una gente y una cultura ignoradas. Un tercio de la población magiar vive fuera de las fronteras de su estado, humillado y empequeñecido después de la Gran Guerra. Su militancia independentista, lejos de debilitarse, toma cuerpo entonces con nuevos argumentos. Hungría y els Països Catalans tienen unas cuantas cosas en común.

A su regreso a Barcelona, al cabo de tres años, habla un húngaro fluido. Nos fascinaba particularmente cuando le oíamos hablar por teléfono. Increíble. Pasmoso. Empieza así el pequeño mito del Eloi políglota, y empezamos a llamarle, en broma, C3PO, el robot de "La Guerra de las Galaxias" que domina seis millones de formas de comunicación. Y a su coche, que conducía a una velocidad de vértigo, el Halcón Milenario, la nave que Han Solo pilota entre planeta y planeta. "L’home Eloi", también le llamábamos. Estas características vienen a añadirse a las otras tres que más le singularizan: su nocturnidad, su capacidad de observación y su pasión por el tabaco.

Por la noche, Eloi leía y trabajaba con la tranquilidad que no hallaba de día. Noches largas, silenciosas, que sólo él decidía cuándo terminaban para dejar paso al descanso. Su capacidad de observación, por otra parte, era única. A su llegada a cualquier lugar, solía desaparecer a la búsqueda de alguna pequeña atalaya improvisada desde donde poder contemplar la vida de las calles o de cualquier otro escenario que se abriera ante sus ojos. Después, al cabo de un rato o de unos días, describía con sus palabras aquello que todos habíamos visto pero que nadie tenía la capacidad de explicar –o de deformar- con la gracia con la que él lo hacía. La imagen del vigía no era completa, sin embargo, sin sus inseparables Fleurs de Savanne, unos cigarros que muchos creíamos –de manera plausible- que únicamente fabricaban para él.

Recién llegado de Hungría, le conceden el premio Nobel de literatura a Imre Kertész, un húngaro. Eloi era un tipo con suerte. Se lo habíamos dicho muchas veces. Porque los traductores del húngaro al catalán, como es de esperar, son escasos. Empieza entonces una prolífica labor de traductor –Kertész, Márai, Kosztolányi...- que, en cinco años, dará para siete libros: "Sense destí", "Fiasco", "Liquidació", "La dona justa" y "Anna Édes" son algunos de los títulos de los que se mostraba más satisfecho. Sus traducciones son (comprobadlo) deliciosas. Denotan un dominio del catalán maravilloso, preciso, profesional.

En agosto de 2006 pasaba sus vacaciones de verano en Menorca por segunda vez con algunos de nosotros. Mares azul turquesa, soles luminosos, cuerpos desnudos. Una belleza casi prístina. En el extremo más oriental de nuestro país, de su país. Mar adentro, el Alguer; detrás, la península itálica; y en el corazón del continente, el país de los magiares. Seguro, segurísimo que lo tenía presente.

El último día de febrero de 2007 pasará a la historia de nuestras vidas como un día triste, nefasto, por decirlo claramente. Su desaparición nos llena de vacío, y hace que nuestras vidas sean un poco más mediocres. Els Països Catalans y Hungría, asimismo, han perdido una figura importante, un hombre entregado a sus respectivos idiomas. Los húngaros así se lo reconocieron: dos días después de su fallecimiento, las banderas de la Universidad de Budapest ondeaban a media asta.

Que lo sepas, chaval.

Tus amigos de Tàrrega
Siempre estarás con nosotros

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